En San Miguel de Tucumán, la controversia entre la Policía y los trabajadores informales que limpian vidrios en los semáforos alcanzó un nuevo pico esta semana, luego de que la fuerza de seguridad detuviera a 17 personas durante operativos en distintas esquinas de la ciudad.
El jefe de Policía, Joaquín Girvau, afirmó que las aprehensiones responden a denuncias por violencia y desórdenes en la vía pública, pero los afectados aseguran que se trata de un trato injusto que los deja sin medios para subsistir.
“Las detenciones duraron seis horas, tiempo suficiente para verificar antecedentes. Estas personas generan problemas; se suben a los vehículos y obligan a pagar a los conductores”, declaró Girvau.
Según el funcionario, los operativos continuarán con el objetivo de evitar conflictos, aunque aclaró que “se les permitirá estar allí siempre y cuando no causen inconvenientes”.
Las críticas hacia los procedimientos no se hicieron esperar. Mario Orellana, de 37 años, relató su experiencia: “Me llevaron detenido el sábado por la mañana y me soltaron por la tarde. No me resistí porque saben perfectamente que no tengo antecedentes”.
Orellana, quien dejó de limpiar vidrios tras ser desplazado por la Policía, ahora vende bolsas para sobrevivir. “Nos dicen que trabajemos, pero nadie nos da oportunidades. Pedimos cualquier trabajo digno”, expresó.
Otros como Mario Ezequiel Ríos, de 30 años, señalaron un tratamiento desigual por parte de las autoridades. “La Policía deja trabajar solo a los que ellos conocen. Si no quieren que estemos aquí, que nos den trabajo limpiando plazas o hospitales. No queremos planes, queremos trabajar”, reclamó.
Ríos, quien lleva más de una década en esta actividad, admitió la existencia de conflictos, pero aseguró que la mayoría de los limpiavidrios no son violentos. “Los que causan problemas vienen de otros lados y nosotros mismos los echamos”, afirmó.
En paralelo, Juan, un hombre con más de 20 años limpiando vidrios, compartió su frustración. “Así tengas el DNI y no tengas antecedentes, igual te detienen. Ya estoy harto”, dijo.
Padre de tres hijos, Juan alterna entre vender frutas y limpiar vidrios para sobrevivir. “Era pintor, pero me quedé sin empleo. Solo pido al Gobierno un trabajo estable”, imploró.
El trasfondo de este enfrentamiento pone en evidencia las tensiones entre la necesidad de mantener el orden público y las limitadas oportunidades laborales para quienes se ganan la vida en las calles de Tucumán.
Mientras los operativos continúan, el debate sobre cómo abordar esta problemática sin criminalizar la pobreza sigue abierto.