De 2015 a 2017, 442 de un total de 68,609 muertes infantiles (0,64%) en los Estados Unidos tuvieron relación con la exposición accidental a estas drogas.
Son muertes prevenibles en un ciento por ciento, en primer lugar tratando la adicción del miembro del entorno familiar y, si se trata de un consumo a través de una receta médica, siguiendo estrictas reglas para el manejo seguro de estas sustancias.
El informe, del Instituto Nacional de Estadísticas de Salud de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) indica que las drogas más mencionadas en los certificados de muerte fueron:
metanfetamina,
opioides,
cocaína,
medicamentos para el tratamiento de la adicción a opioides como la metadona o naloxona, y
cannabis o derivados del cannabis
Las madres de infantes que murieron por causas relacionadas con estas drogas fueron mayormente blancas no hispanas, entre los 35 y 39 años.
Este grupo población de alto riesgo suele no alcanzar una educación secundaria, y suelen utilizar más la beneficiencia pública como Medicaid para recibir atención prenatal tardía, en comparación con las madres de bebés que murieron por otras causas.
La exposición a estas drogas afectó a algunos bebés ya en útero, y murieron al nacer. Otros murieron por exposición accidental a estos narcóticos en sus primeros meses de vida.
Una de estas tragedias se ha hecho pública recientemente. Fue la muerte de Ruby Auster, de 10 meses y nieta del escritor Paul Auster, en Nueva York. El padre de Ruby e hijo de Auster, Daniel, adicto a la heroína, al parecer utilizó la droga y nunca se percató de que la beba la estaba probando.
Ruby murió por sobredosis y se encontraron trazas de heroína y fentanilo en su organismo. Su padre está arrestado bajo el cargo de homicidio involuntario.