La relación de las personas con los objetos materiales puede llegar a ser profunda y compleja. En muchos casos, el apego a cosas materiales nace de una percepción de necesidad emocional, donde se supone que ciertos objetos brindan felicidad o seguridad. Sin embargo, cuando esta dependencia se convierte en una resistencia a deshacerse de pertenencias innecesarias, puede convertirse en un problema emocional significativo.
Los especialistas en Psicología explican que esta tendencia a aferrarse a objetos materiales responde a una conexión emocional que se establece con ellos, usualmente relacionada con experiencias y recuerdos. Así lo señala Jaime Anías Ruiz, psicólogo general sanitario de España, al expresar: “Es comprensible que nos duela desprendernos de aquella muñeca que nos acompañó durante la infancia o de aquel detalle que nos regalaron, pero que apenas nos genera placer o utilidad”. En este contexto, el apego a lo material se convierte en una manifestación de la necesidad humana de retener lo familiar, lo seguro y lo sentimental. Además de la conexión emocional, existen factores culturales y sociales que contribuyen a este fenómeno.
En sociedades de consumo, las personas están expuestas a mensajes constantes que promueven el deseo de comprar, generando un ciclo donde la posesión de objetos es percibida como sinónimo de éxito y bienestar.
Marie Kondo, especialista en organización y autora reconocida, ha enfatizado en sus obras que el orden y la eliminación de objetos innecesarios ayudan a mejorar la salud emocional, combatiendo la ansiedad y promoviendo un sentido de paz.