Si bien es una respuesta perfectamente normal, cuando se vuelve persistente puede generar trastornos graves que afectan e interfieren con la rutina diaria. Conoce aquí una serie de consejos que pueden ayudarte a controlar la ansiedad.
Técnicamente, la ansiedad es la aprehensión y miedo sobre un evento próximo que predecimos y que no tienen necesariamente base en la realidad.
Sentirse preocupado, nervioso o con ansiedad leve, es parte normal de la vida. Pero si esta es grave, es posible que genere sentimientos de impotencia, confusión y preocupación extrema que interfieran en la vida. Entre los principales síntomas de la ansiedad encontramos:
Aturdimiento.
Cansancio extremo.
Dolores generalizados.
Falta de aire o latidos rápidos.
Mareos.
Mucha sensibilidad.
Problemas para dormir.
Sensación de llenura en la garganta o en el pecho.
Sudoración o manos frías y pegajosas.
Temblores.
Tensión muscular.
Tics.
Cuando la ansiedad no desaparece, e incluso empeora con el tiempo, se puede estar ante un trastorno de ansiedad. Existen varios tipos, entre los que se destacan:
Ansiedad generalizada: se caracteriza por una preocupación persistente y excesiva por diferentes factores, sociales, culturales, y económicos, entre otros. Las personas con este trastorno encuentran difícil controlar su preocupación excesiva.
Trastorno de pánico: en este caso, las personas sufren ataques inesperados, que pueden generar palpitaciones o latidos acelerados, dificultad para respirar o asfixia, y un gran temor a la aparición de ataques futuros.
Fobias: suelen surgir en la infancia y se caracterizan por el temor irracional a ciertas situaciones, lugares u objetos, llegando a producir náuseas, sudoración o temblores.
Desorden obsesivo compulsivo: se experimentan obsesiones, pensamientos, imágenes o deseos intrusivos y no deseados que causan angustia o ansiedad, y compulsiones, conductas que la persona se siente obligada a realizar para aliviar su angustia o suprimir esos pensamiento.
Estrés post traumático: es una afección potencialmente debilitante que puede ocurrir en personas que experimentaron o presenciaron situaciones angustiantes o amenazantes. Esto puede generar problemas para dormir, tensión muscular o preocupación y temor constante.