Ya que se activa el sistema dopaminérgico, que es una región del cerebro responsable de la motivación y recompensa.
La dieta occidental es alta en grasa y azúcar. Por el momento no está claro si la preferencia por estos alimentos se debe a un mecanismo aprendido o tiene un componente genético.
Sin embargo, el estudio realizado por el Instituto Max Planck de Investigación del Metabolismo indica que la preferencia por los alimentos procesados es en parte aprendida.
Ya que se observó que un consumo diario a corto plazo de “snacks” altos en grasa y altos en azúcar reducen la preferencia por alimentos bajos en grasa y configura los circuitos cerebrales de recompensa para aumentar la respuesta a los alimentos apetitosos.
El cerebro aprende a preferir los alimentos altos en grasa y altos en azúcar
En este estudio se evaluó la motivación de los participantes por comer una dieta alta en grasa y azúcar y su efecto en el peso, estado metabólico y hábitos alimentarios.
Al 50% de la muestra se les ofreció diariamente un pudín alto en grasa y azúcar diario por ocho semanas. A la otra mitad del grupo se les ofreció un pudín bajo en grasa.
Los investigadores midieron la actividad cerebral al término del estudio. Los hallazgos mostraron que la respuesta del cerebro era mayor en el grupo de participantes que consumieron el pudín alto en grasa.
El sistema dopaminérgico, en particular, se iluminó, lo que sugiere que los circuitos de recompensa del cerebro cambiaron, causando que el cerebro prefiera consumir alimentos altos en grasa y azúcar.
La ingesta de grasa y azúcar afecta al llamado mesencéfalo dopaminérgico, una zona del cerebro que desempeña un papel decisivo en la regulación de las respuestas de recompensa y del impulso motivacional.
Un exceso en el consumo de alimentos altos en grasa y azúcar, a largo plazo puede aumentar los riesgos de enfermedades cardiovasculares, obesidad y diabetes.