Sin lugar a dudas, Facundo Quiroga, “El Tigre de los Llanos”, fue uno de los personajes centrales de la historiografía argentina. Según Domingo Faustino Sarmiento, el caudillo de La Rioja representaba la “barbarie” en el incipiente territorio argentino, así lo registró en su célebre “Facundo”. Tal vez, poco sepan, o todo lo contrario, sea vox populi, que Quiroga flameaba una “extraña” bandera en sus expediciones militares. Un día, el prócer tucumano Gregorio Aráoz de La Madrid le “robó” su insignia y “El Tigre de los Llanos” prometió “venganza”. ¿Cumplió?.
Los enfrentamientos entre Facundo Quiroga y La Madrid se repitieron a lo largo de la década de 1830. En uno de ellos, el que se produjo en 1826, en El Tala, provincia de Tucumán, los “cívicos”, que estaban a manos del general tucumano, le “arrebataron” la insignia al caudillo riojano. La misma poco tenía que ver con la creada por Juan Manuel Belgrano en 1824. Según detalló el propio Gregorio La Madrid en sus “Memorias”, la bandera era “negra con dos canillas y una calavera blanca (sobre ellas) y la siguiente inscripción: Rn. O. M. (Religión o Muerte, según dicen los más avezados)” (La Madrid, 2007, p. 288).
Años después, en Oncativo, Córdoba, Quiroga envió un mensaje a Gregorio La Madrid, a través del comandante Wenceslao Paunero. Así lo registró el propio prócer tucumano en su texto: “(…) Regresando por la noche del campo enemigo los parlamentarios, díjome el mayor Paunero, que al despedirse del general Quiroga es había éste encargado me dijeran de su parte que me hiciera conocer el siguiente día en la batalla, pues me buscaría aunque fuera en los infiernos para cobrarme la bandera que le había quitado en el campo de El Tala el año 26″ (La Madrid, 2007, p. 420). El riojano pretendía enfrentarse con José María Paz.
Tras este mensaje, La Madrid dejó en claro que él sería quien buscara a Quiroga. Así fue. Siempre siguiendo las memorias del tucumano, éste fue en búsqueda del caudillo riojano. Vale decir, que éstos, a pesar de haberse enfrentado en otras oportunidades, no se conocían “físicamente”. “¡Digan a ese Quiroga que aquí está La Madrid a buscarlo, que se pare si es gente!”, vociferó sobre “la línea” del caudillo de La Rioja (La Madrid, 2007, p. 423). La actitud del riojano fue la huida. “El valiente Quiroga, sordo a mi voz y olvidándose del encargo que me había mandado a hacer (…), apretaba cada vez más su fuga” (La Madrid, 2007, p. 423).
Finalmente, y para no extendernos en este relato, por increíble que sea, puedo señalar que no se encontraron, al menos en Oncativo, sí lo hicieron en otras oportunidades. Ya destacamos a Facundo Quiroga, ahora elogiemos a Gregorio La Madrid. De acuerdo al historiador Carlos Páez de la Torre (h), el prócer tucumano era apreciado por José de San Martín y el propio Belgrano. Peleó en las grandes batallas de la independencia y en los enconados enfrentamientos civiles. Dentro de su extensa biografía, el historiador destaca que asistió perplejo y dolorido al fusilamiento de su antiguo camarada de armas Manuel Dorrego, a quien acompañó hasta en sus últimos momentos.