Clásicamente este hábito se ha transmitido de generación en generación con excelentes e inapelables resultados, pero ¿alguna vez te has preguntado si de verdad sirve sobar?
Si bien no se tiene registro de quién fue el creador de la frase ni donde se creó, a todos en algún momento nos ha aliviado el dolor.
Se cree que esta actividad es para aumentar el lazo maternal entre aquel niño(a) travieso(a) y mamá o su familia, donde el acercamiento y el “sobar” aumenta este lazo.
También es muy común que cuando se está haciendo ejercicio pasen este tipo de incidentes (raspones, golpes leves, etc) y hasta uno como adulto se sobe pronunciando tan famosa frase.
Teoría de la compuerta
Existen 3 tipos de fibras nerviosas que conducen los estímulos de la piel a la médula, donde posteriormente lo transmite al cerebro para procesar el estímulo. Se trata de las fibras A- beta, A-delta y las fibras tipo C.
Donde las primeras reciben y transmiten estímulos como el tacto, las fibras A-beta transmiten el dolor agudo (como raspones, pinchaduras, golpes, etc) y las fibras C realizan la transmisión del dolor crónico o percepción de inflamación, todo esto llega a la médula (columna vertebral) de ahí viajan todos los estímulos al cerebro.
La teoría de la compuerta se refiere a que cuando se tiene un golpe, raspadura etc., las fibras A-delta y C envían su estímulo a la médula y el resultado y un tremendo dolor.
Sin embargo, cuando “sobas” la zona afectada estimulas las fibras A-beta, al ser estimuladas se genera un efecto negativo o de “cortina” para el estímulo doloroso, inhibiendo así el dolor agudo.
Ejercicios y actividad física
Ahora ya sabes que sobar ante un golpe leve, raspón, pinchadura, etc. tiene tanta efectividad sobar la zona afectada como cuando eras niño. Ten siempre en casa un botiquín de primeros auxilios.
Sólo recuerda que si el golpe es mayor debes acudir con tu proveedor de salud, seguramente te dará el tratamiento adecuado y sabrá cómo quitarte el dolor.